Diario Salvaje 19: preparando las vacaciones, o un final en Këlmaran


Después de acabar con la amenaza de la Dama Carroñera en la sesión anterior, algunos esforzados y valientes se reunieron otro caluroso domingo de julio para disfrutar de una nueva partida.

Sus personajes, los Cayados de Levante, regresaron a Këlmaran para recobrar fuerzas. Almaä, la líder del lugar, aprovechó la ocasión para pagarles la generosa recompensa que les debía por su ayuda en la recuperación de Këlmaran, y para ofrecerles un pago todavía mayor por viajar hasta Mägero y representar a la villa ante los Señores del Pacto.

Los siguientes días todo se centró en la preparación del viaje. Comprar provisiones y equipo, recoger las armaduras preparadas por la arpía Endrela a partir de las «piezas» de criaturas monstruosas que los personajes fueron eliminando en partidas anteriores, y adquirir un par de cargamentos (uno ellos, el otro entre Farüq y el tesoro de Këlmaran) para venderlos en Mägero. Esto último siguiendo una variante de las reglas de comercio que aparecen en la campaña de El enemigo interior y que incluiré en una próxima entrada.

Después de esto, Almaä organizó una reunión del Consejo adelantada para proponer a los sustitutos del grupo en los diferentes puestos que ocupaban. Les fui nombrando a los jugadores los diferentes PNJ que habían aparecido en anteriores sesiones, como el duergo que había llegado a la población para montar una cantera o la jueza que les ayudó en el pueblo de Lebreles. Ellos mismos fueron indicando dónde era más lógico que estuvieran. Además, tal y como resaltó uno de los jugadores, algunas de las elecciones formaban parte de las especies y culturas mayoritarias en las Tierras Salvajes.


La idea es que los jugadores puedan seguir tomando las decisiones en Këlmaran, pero a través de los ojos de otros personajes. Y, al mismo tiempo, seguir las aventuras con los Cayados por otras partes de levante.

En la sesión también dio tiempo a iniciar el viaje hacia Mägero. Una de las primeras etapas del viaje terminaba en el Oasis de la Esfinge, donde el grupo fue emboscado por un grupo de hienántropos que deseaba vengarse por la muerte de la Dama Carroñera. Los Cayados les dieron una buena tunda, que puso el broche de acción a una sesión un pelín lenta pero muy roleada.

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