Diarios de campaña 136 y 137: muerte en Nimaerga



El domingo volvemos a jugar, y yo tengo un par de partidas por reseñar. Esta vez, sin embargo, no es por falta de tiempo o perrería, sino porque la primera partida, en la que contaba con cinco jugadores, fue muy breve.

En realidad, todo se debió a que ocupamos la mañana en adaptar las hojas de personaje a unos nuevos retoques al sistema. Además, y como principalmente estas modificaciones tenían que ver con el sistema de combate, pensé que estaría bien recordarles a los jugadores algunas estratagemas y maniobras que tal vez no estaban aprovechando. Fue algo entretenido, con mucha participación por su parte, así que aunque se nos fue mucho tiempo en ello no diría que fue ninguna pérdida.

Sí, como este tipo
Por la tarde únicamente nos dio tiempo a realizar un combatillo rápido. Mientras el grupo de aventureros comentaba su combate con el dragón, y comenzaban los preparativos para una gran fiesta en el pueblo, una figura encapuchada disparó una flecha contra uno de sus miembros. No hay descanso para los héroes, así que comenzó una persecución muy breve. Atrapado el agresor, los PJ descubrieron que una máscara de un material similar al ámbar (pero opaca) cubría su rostro y, al serle retirada, las ropas cayeron al suelo, sin ningún cuerpo en su interior.

El grupo investigó la zona en dirección hacia la que el extraño se dirigía, y allí fue emboscado por nueve personajes con el mismo aspecto. Parecían más que dispuestos a atacar preferentemente a Qiren (recordemos que los PJ habían descubierto días antes un cadáver de un albo muy parecido, y un par de miembros de los Caballeros de Lustal habían intentado contactar con él). Sin embargo, las armas parecían atravesar los ropajes sin efecto aparente, y los golpes contra las máscaras rebotaban con el mismo resultado. Por un ataque fortuito, los PJ descubrieron la fragilidad de esta materia cuando el golpe llegaba por detrás, y sabiendo esto los nueve seres no les dieron mayores problemas. Qiren estaba herido, pero vivo, y la partida acabó con Jarad haciendo amago de ponerse la única máscara que había quedado intacta.

La siguiente partida (esta vez con un jugador más, casi un pleno) comenzó con el norteño cayendo al suelo, dormido o en coma, así que el resto de sus compañeros se vio obligado a arrastrar sus doscientos kilos (contando armadura, armas y equipo variado). Mientras tanto, Jarad «soñaba» con diferentes escenas en diferentes momentos temporales de Nimaerga, hasta llegar al viejo Torreón Negro (una atalaya de vigilancia abandonada tras un incendio), donde brillaba una luz azulada y, al penetrar en ella... Jarad despertó y la partida continuó con normalidad (dejando este gancho para más adelante).

El grupo había escuchado rumores sobre ovejas y cabras muertos sin ningún tipo de heridas o rasgos de enfermedades (igual que el hermano de la posadera, algo sobre lo que no habían podido averiguar nada en partidas anteriores). Así que los PJ se acercaron de noche al cercado del ganado, y luego pudieron seguir un rastro de olor a lavanda, que ya conocían (se trataba de Cigfa, la bruja cuyo plan de destrucción contra Nimaerga habían frenado, pero a la que no habían podido capturar). Como Narrador de la historia ya tengo suficientes malvados recurrentes como para no necesitar a Cigfa, así que pensé que la bruja había llegado a la decisión de luchar hasta la muerte o el triunfo final.

El grupo llegó a las proximidades de un caserón abandonado, donde fueron asaltados por un puñado de mórtidos (simplemente algunos granjeros de la región, alzados de sus tumbas por los poderes necrománticos de Cigfa). En turnos siguientes llegó una nueva oleada de esqueletos, liderados por una pareja de demonios menores atados también al poder de la bruja. Ella misma trató de usar su magia contra el grupo, pero Nali, el duergo, había levantado una de sus barreras antimágicas. Cigfa lanzó un par de sortilegios para intentar romperla, pero la cosa salió bastante mal para ella.

Debo decir que la hora a la que solemos hacer el descanso para comer ya había pasado, que uno de los jugadores debía irse ya, y que el combate ya no iba a ser tan divertido. Me explico: Los poderes de Cigfa hubieran servido para debilitar a los PJ (reducción de Fuerza, energía negativa, cosas así) y fortalecer a los mórtidos. Pero como estaba tardando tanto en llegar al combate, sus aliados ya estaban en trocitos. Uno de los demonios había logrado crear un poco de caos, al realizar algunos intercambios de cuerpo dentro del grupo (como el líder de las Fuerzas Espaciales de Freezer), pero también estaba solucionándose. Así que cuando los dados mostraron la segunda pifia de Cigfa en turnos sucesivos... decidí darle muerte. Sí, es uno de los resultados posibles de una pifia mágica, pero esta vez no tiré en tabla alguna; fue algo completamente arbitrario. Le dio un ictus y la espichó.

Las circunstancias me decían que hacía lo correcto, y sin embargo no fue así. Sí, pudimos parar a comer, y el jugador se fue sin dejar un combate a medias. Sin embargo, la sensación en la mesa fue en plan "¿ya está?". La bruja les había puesto en problemas, y no parecía ser afectada por algunos efectos mágicos, ¿y se moría ella sola? Esta situación fue agravada por no encontrar nada de valor en el lugar (Cigfa se había trasladado allí hacía poco) y por la huida de los dos demonios a través del portal por el que habían sido convocados. A pesar de los años como Narrador, parece que todavía tengo lecciones que aprender.

La partida terminó con la llegada de la caravana hacia el norte y un nuevo gancho (un fantasma aparecido en el río y el hundimiento de una de las balsas parece que han cortado el tráfico fluvial). Sin embargo, los PJ decidieron acercarse a aquel extraño Torreón Negro, que parecía llamarles a la aventura.

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