Reseña: La leyenda de Guinevere


Tenía ganas de leer La reina dragón y El guerrero cuervo, los dos tomos que componen la serie escrita por Alice Borchardt. Los veía ahí en la estantería, y esos títulos tan evocadores me hacían esperar grandes cosas. Saber que era otra nueva vuelta de tuerca al ciclo artúrico, pero desde el punto de vista de Ginebra, me llevaba a pensar que podía ser una buena historia. Me equivocaba.

Lo primero que encontré al abrir sus páginas fue un pequeño texto donde se indica que Alice Borchardt era hermana de Anne Rice, y luego se hacía un corto recuento de sus novelas anteriores. Si lo primero que me dice un libro es que su autora es hermana de otra, más famosa, mal empezamos. Leo en la wiki anglosajona que nació como Alice O'Brien, en 1939, y que después de trabajar 30 años como enfermera se vio en la calle por reducción de la plantilla del hospital. Fue entonces cuando su hermana Anne (que ya llevaba 20 años publicando) la presionó para que escribiera, le presentó a un agente y prologó sus libros. La hermanísima publicó en 1995 su primer libro, Devoted, seguido al año siguiente por Beguiled. Entre 1998 y 2001 publicó la trilogía ambientada en tiempos de Carlomagno Leyendas de los Lobos (en realidad, una novela y su continuación, con una precuela en el medio), donde los dos protagonistas, Regeane y Maeniel, son licántropos. Este Maeniel será uno de los secundarios de los dos libros que nos ocupan hoy, publicados en 2001 y 2003. Borchardt moría en 2007.

Como si estuviera de nuevo en el colegio, voy a escribir lo que me ha gustado y lo que no.

Me gusta el giro que se le ha dado a la ambientación: tras la caída de Roma, los sajones traídos por Vortigen se rebelan contra él y crean su propio reino (esto es histórico), ayudados por Merlín, un mago obsesionado por el poder (esto es una variación de las leyendas). Guinevere, hija de una reina de los pueblos del norte está destinada a casarse con Arturo, el rey educado por el malvado Merlín, y deberá hacer frente a diversos intentos de asesinato usando para ello la magia con la que ha nacido y los dones que le ha regalado su padre, una deidad algo oscura adorada por su pueblo. También me gusta la psiquis de los personajes licántropos: no son hombres que tienen la capacidad de convertirse en lobos, ni tampoco lo contrario; son hombres Y lobos, con las virtudes y defectos de cada una de las partes.

No me gustan las constantes alusiones al mundo de los romanos, los francos y los sajones, porque destruyen en cierta forma el mundo de fantasía creado: si es una ambientación histórica, puedo aceptar que existan Merlín, Arturo y los demás (aunque son cuentos muy posteriores), pero la magia es incompatible con un mundo real. No me gusta el uso de la primera persona: sólo los fragmentos de la historia en los que aparece Guinevere son narrados así, y en el primer volumen podría aceptarlos debido al mayor peso de ese personaje, pero en el segundo volumen, cuando el número de puntos de vista se multiplica, queda bastante feo que uno de cada cuatro o cinco fragmentos sea en primera persona; además, no tiene ningún uso especial (suele utilizarse para expresar más fácilmente los sentimientos del personaje, pero cuando la autora usa la tercera persona no hay diferencias en ese sentido). No me gusta la cantidad de monólogos internos de los personajes. No me gusta la escasez de diálogos. No me gustan las descripciones prolijas que no significan nada, y que se repiten de un lado a otro del texto, hasta hacer que todo el mundo parezca igual. No me gusta la enorme segmentación textual, sobre todo en el segundo volumen: las oraciones aparecen recortadas (es un recurso para generar sorpresa, pero su abuso no ayuda), los párrafos se dividen de forma errática, y el texto se compone de fragmentos que siguen a los diferentes personajes, pero la división de capítulos no sirve absolutamente para nada. No me gusta el poco movimiento de los personajes: no hay una acción a lo largo de los libros, sino únicamente trozos de texto que narran escenas sueltas, con una ligazón débil y a veces extraña. No me gusta (y esta es principal) la enormísima cantidad de espacios y paisajes oníricos, visiones oníricas y viajes oníricos; incluso el mundo que parecería real contiene una cantidad de descripciones pseudo-oníricas que me hizo aborrecer su lectura, hasta el punto de que no me hubiera extrañado ver aparecer un oso panda asesino o un unicornio vomitando arco iris. En serio, hay ciertos «encuentros» de personajes secundarios que se las traen. Y SPOILER (marcar para ver): No me gusta que el primer volumen termine simplemente con la aceptación de Guinevere de su destino (es decir, que no se trata de un volumen independiente) y que el segundo acabe bruscamente con el encuentro de Arturo y Guinevere, que llegan a verse, pero ni siquiera hablan (y el resto de personajes, ni aparecen). ¿Tenía pensada Borchardt una continuación?

En fin, creo que gana el «no me gusta».

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